lunes, 16 de mayo de 2011

Las Aventuras de Catalejo Siete, Cap.5

Mayo de 1987, Cate cumplia 8 años.
Todo estaba listo. Maria, su mama, habia dejado su ropa lista y planchada arriba de la cama. 
Cuando termino de bañarse y secarse, llego a su cuarto y la vio. Camisa y bermuda, sweter escote en V, y esas malditas medias marrones que tanto odiaba. Un par de mocasines nuevos, un numero y medio mas grande, que rápidamente se amoldaban con un poco de algodon en la punta. 
Que tormento esas medias. Eran iguales a las del tio Saul. Cada vez que pensaba en el , su nariz se inundaba de ese olor a ropa vieja, hacinada y un poco sucia. 

- "Peinate bien hijo, que estan por llegar los tios de Capilla"- grito Maria desde la cocina.
Totalmente listo, se acerco al comedor. Habia una lista interminable de viejas con perfumes empalagosos y añejos. Cada una que saludaba le dejaba un beso marcado con labiales pegajosos en tonos de rojo furioso.

Cate tenia dos hermanos, Manuela, tres años mayor, obsesionada con su peso y su imagen. Sebastian, dos años menor, un nene excedido de peso, que no hacia otra cosa que canalizar sus ansiedades en la comida. 
Los tres se llevaban muy bien, pero Cate siempre fue un chico bastante solitario y pensativo.

Jugaban en el patio tranquilamente, entre la fragancia del pasto recien cortado. De repente algo interrumpe las risas.
- Caaaateeeeeee, te dije que no te ensuciaras!! No te das cuenta que la ropa es nueva!! Veni para aca!!-
Cate freno de golpe, se seco el sudor de la frente y resoplando entro al living. 
Otra mala noticia. La eterna torta de dulce de leche con durazno, la favorita de su mama.
La odiaba con toda su vida y alma, en especial esa especie de juguito blanquecino que surge de la mezcla del dulce y el almíbar. No podia soportarlo.

De pronto, suena el timbre.
- Atende Cate!-
Eran los tíos de Capilla, Zulema y Saul. Los únicos familiares que de verdad quería como invitados en su cumpleaños.
- Toma negrito, feliz cumple, esto es para vos -
- Gracias tía, me encantan -
Zulema siempre atinaba. Esta vez fue una bolsa de bolitas de vidrio de muchos colores, era perfecto.
Saul lo saludo y le deseo felicidades, apretado sus cachetes casi exprimiéndolos. Cate se la aguantaba, Sabia que mas allá del dolor, era una demostración de cariño. A el también lo apreciaba mucho.

- Este verano, si queres, podes venir a Capilla, sabes que es tu segunda casa! -
Cate sonrió, presentía un verano inolvidable.

No estaba tan equivocado.
Ese mismo verano, encontró el catalejo en el sótano.
Y asi, hizo honor a su buen nombre y aprendió una nueva forma de vivir.

2 comentarios:

  1. me encanta, algunas cosas me identifican con Cate, y este viaje al pasado me trajo muchos recuerdos, y sobre todo porque mis tíos también me dicen "negrito" desde chiquito...
    Lo del color blanco de la mezcla del dulce de leche y el almíbar la sufrimos los que nos gusta el dulce de leche pero no la leche...

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