martes, 10 de julio de 2012

Las Aventuras de Catalejo Siete. Cap. 7


Cate no podia pensar en nada mas que pensar, en todo lo que había pasado en tan poco tiempo.
A veces la vida se pone aburrida y de pronto te da un cachetazo y te susurra,  " despertate zapato".
Y Cate medio sordo que andaba, no lo escucho.
Ella insistidora, trato de avivarlo, y una vez mas le susurró,  "despertate zapato, dale".
Cate, nada.

No era su mejor momento. No podía pensar, no podía prestar atención, ni mirar, ni sentir.
Apenas respiraba por voluntad de su propio cuerpo. Mas de una vez se le olvidó.
La inercia de la rutina, lo llevaba a trabajar, a la facultad, a su casa.

Las vueltas de la vida le enredaron las piernas y sin querer, le anudaron los pies.
Cayo al piso tan rapido que no tuvo tiempo ni de apoyar las manos, y ahí quedo el pobre Cate, sin poder moverse.
Tenia la garganta cerrada de malos tragos de los últimos meses.
No podía emitir sonido, mucho menos pedir ayuda. Tampoco sabia si alguien lo iban a escuchar.
Tenia el pecho oprimido y solo.

Un día de suerte, encontró un manojo de ganas en el bolsillo de un saco que hacia tiempo no usaba. Metio la mano hasta el fondo y cuando las toco con la punta de los dedos, sintio una brisa en la cara sin poder evitar cerrar los ojos para disfrutarla.
Eso lo revivió.
Agarro el bolso y se fue al club.

Tenia la cara tan cansada, que de verlo te daban ganas de bostezar.
Tenia la cara tan triste, que si lo mirabas mucho tiempo seguido, te hacia llorar.

Llego tímido, casi desconfiado.
Seguro le dolía un poco la panza. Últimamente siempre le dolía la panza.
Se cambió, agarro las cosas y de a poquito se fue mezclando con los demás.
Pasaba casi desapercibido, como ausente.
"Casi" desapercibido, pero no.

Esta vez, no supo si era Luz o Sofia, pero ella estaba ahí, y lo vio.

Y al verlo, no pudo evitar bostezar.
Lo volvió a mirar y sin saber porque, se le llenaron los ojos de lagrimas.

No lo conocía (físicamente).
Nunca lo había visto (en persona).
No tenia idea de que planeta venia, pero ya no se sentía la única de otro lugar.
Y se quedó con esa sensación de conocerlo de toda al vida.

Ella tampoco paso desapercibida.
Cate la vio, la miro, la volvió a mirar. Algo tenia.
Y de pronto vino un viento que le despeino los pelos y la vida.

Algunos afortunados vieron destellar lucecitas en el aire.
Los vecinos del Club, dicen que aun hoy, es posible verlas de noche.

Nunca van a saber si se conocen de algún otro lugar.
Siempre van a tener esa sensación de conocerse de toda la vida.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Cosas que te pasan si vivís en Capital.

 Después del intento de robo que tuve en el ascensor, cuando un señor se metió detrás mio, antes de que se cierre la puerta, y me agarre del cogote, y me grite "Dame toda la plata" (?) y luego de que yo le saque la mano de mi cuello y me ponga a gritar como una loca y el señor se asuste y se vaya, y después de ver cada tres o cuatro días algún robo o alguien que me pide monedas o cosas así, quedas un poco trastornado y paranoico, al nivel de temblar como una hoja seca. No solo tiemblo como una hoja y desconfió de los niños y las ancianos mayores de ochenta años, sino que me da miedo andar por la calle de noche, pero miedo mal!
 Tratando de superar el "problemita" del miedo, decidí salir del trabajo, a las once de la noche, caminando por Lavalle y luego por Florida, para finalmente llegar por Córdoba hasta Cerrito. Aunque con paraguas en mano, en posición de bate de baseball, no lo soporte mas y llegando a Córdoba me tome el primer colectivo que encontré, el 109. Claramente que el chofer se iba a reír cuando supiese que mi destino era a tres cuadras. La maquina de monedas se había trabado y por ser tres cuadras, dijo "no te preocupes, pasa igual", y seguramente mi cara, algo le decía, porque también me pregunto si me sentía bien. Ya tranquila y sentada en el primer asiento, le conte del problemita del señor del acensor y del problemita de que me daba miedo y me dijo que me quede tranquila.

"Donde bajas?"
"En Cerrito"
"Pero a que altura?"
"Ni bien cruza Cerrito"

El señor sonriente y amable, cruzo 9 de Julio y ni bien pasó Cerrito y señalando la vereda, me pregunto,
"Ahi esta bien?"
"Si, si, es esa puerta"
y frenando justo exactamente frente a la puerta, me baje.

"Queres que te espere hasta que estés adentro?"
"No gracias, esta bien"

Toque timbre, me abrieron, y despues de cerrada la puerta, el colectivo arranco e hizo 80 metros mas, que le faltaban para llegar a su parada correspondiente.

En BsAs, hay gente mala, pero por suerte hay de la buena también.